jueves, 20 de agosto de 2015

Lo que cuesta hacer las cosas bien... La excelencia. (Esta entrada es más profesional que para pacientes)

Aristóteles dijo que la excelencia no es un acto si no un hábito.

Así empezó mi conferencia de hace 3 días en México DF ante unos 1000 dentistas de ese maravilloso país. Era en el XX Seminario Internacional de Ivoclar en México. Un congreso anual organizado por la compañía de productos dentales Ivoclar.

Así que como en otras muchas ocasiones, me fuí de viaje. Y en este viaje tuve conversaciones interesantes con muchos compañeros y antes de ayer me recordó el Dr. Ricardo Mitrani una conversación que hace tiempo tuve online con él : "lo mucho que cuesta hacer las cosas bien". En este viaje he tenido varias veces esa conversación, primero fué con mi amigo, técnico y compinche August Bruguera y después con el ya citado Ricardo, que es un buen pensador (no sólo dental, si no en general) y un gran contador de historias.

En mi conferencia hablaba de restauraciones cerámicas pero dentro del ámbito de la búsqueda de la
excelencia.
Sé que suena muy manido, repetido e incluso pedante para algunos. ¡Cómo si nadie quisiera alcanzar la excelencia! Pero desde hace un tiempo he llegado a la conclusión de que ese es precisamente el problema. Hace un año leí un libro que ha marcado mucho mi modo de ver las cosas, el libro se llama Legacy (os pongo un enlace a amazon por si os apetece comprarlo), en él, James Kerr habla de cómo los All Blacks, pasaron de un 75% de victorias a un 87% y la victoria en la copa del mundo de rugby. De cómo la cultura de sacrificio, humildad, capacidad de adaptación y un esfuerzo constante para alcanzar la excelencia marcan la diferencia. Seguro que la otras grandes selecciones de rugby del mundo quieren tener el record de victorias de los All Blacks, pero no lo consiguen.



Pues lo mismo pasa en la odontología. La excelencia es una palabra muy utilizada. Se nombra contínuamente, pero de tan repetida en situaciones discordantes pierde su significado. El éxito es, en palabras de un gran capitán All Black como Sean Fitzpatrick, "mejorar modestamente de modo consistente". Y esto tiene mucha relación con la excelencia, Vince Lombardi, uno de los grandes entrenadores de la NFL, decía que había que buscar la perfección sin descanso, sabiendo que nada era perfecto, pero que al hacerlo se adquiriría la excelencia.
Últimamente la excelencia se ha vestido de muchas cosas, menos de lo que es: de algo que es excepcional. Y sintiéndolo mucho, no hay tanta como creemos, por eso es la excepción. Porque alcanzarla, requiere de un tremendo esfuerzo, que es dificil de realizar y que muy pocos están dispuestos a realizar. El sacrificio que se hace para acercarse a la excelencia es muy grande y requiere de gran parte de nuestro tiempo, por lo tanto, a pesar de que podamos ser muy buenos en ocasiones, si no lo somos de modo consistente y durante un gran periodo de tiempo, no seremos excelentes, buenos quizá, pero no excelentes. La excelencia no es a tiempo parcial, es a tiempo total. Y cuando tienes una gran exigencia personal, sabes que cuando no empleaste el tiempo para hacer las cosas realmente bien, lo vas a pagar. Como diría John Wooden: "Si no tienes tiempo para hacerlo bien, ¿cuando tendrás tiempo para hacerlo otra vez?"


Veo muchos dentistas todos los años mostrándonos sus tratamientos en congresos y cursos. De veras asisto a muchos eventos de formación continuada, a veces veo gente que está en el camino, otros que no, y algunos que son realmente excelentes. Aquellos que tienen la capacidad de juicio y después de síntesis, para discernir y explicar aquello que es realmente importante, predecible, didáctico y de un gran resultado funcional y estético. Esos son muy pocos. En el mundillo de la "farándula" dental hay muchos que por estar en el podium creen que son ya excepcionales, pero esa no es una cualidad que te dé el estar en un programa de un congreso. La excelencia, te la has tenido que ganar como dentista mucho antes que el congreso en ciernes, te la has tenido que ganar con muchos pacientes, con muchos trabajos de alto nivel y formando un buen equipo de trabajo. A menudo confundimos excelencia con tratamientos sólo bonitos, o sólo funcionales, o novedosos o como pasa hoy día, bien fotografiados. Hace un par de meses escuché a una persona que dijo una cosa que me encantó: "yo no soy un genio, sólo hago las cosas bien". Gracias Jose Antonio Pamplona por esa frase. Hacer las cosas SIEMPRE bien, o al menos tenerlo como objetivo, sería la excelencia, y claro, intentarlo repetidas veces te hará lograrlo, si pones la atención y la dedicación necesarias. Ser tenaz es vital para ello. Tener resiliencia ante el fracaso total o parcial es importantísimo. Si haces las cosas realmente bien, como diría Bill Walsh, el resultado se cuida de sí mismo.



Legacy no fue una inspiración para comenzar, si no para continuar en esa búsqueda incesante de la excelencia. Cada vez que terminamos un trabajo importante lo revisamos y tomamos fotografías (de las buenas y bonitas aunque sean para nosotros y no para los pacientes) y solemos criticarlo, cada vez que he hecho un error o algo que no está al 100% de lo que puedo dar, me cae un aluvión de críticas, y las acepto encantado. Gracias a todos (Conse, Charo, Mónica, Cristina, Marta y August) por ello. Y de veras sufro, incluso si nadie me dice nada, cuando algo no sale tan bien como yo quería, quizá porque no pude o porque no supe. Porque esa búsqueda de la excelencia es mi motor, si estuviera haciendo cosas repetitivas sin intentar mejorarlas en absoluto me aburriría soberanamente y dejaría la profesión. No podría soportarlo. Siempre estamos intentando cosas nuevas para mejorar, eso nos mantiene alerta, atentos a lo que hacemos. Que debemos tener un microscopio para hacer mejor endodoncia, se compra, que hay que trabajar con un técnico de laboratorio realmente bueno, se gasta más en prótesis y así sucesivamente. Probablemente nunca me haga rico con esta filosofía de vida, pero es que no es mi interés mientras pueda vivir bien. A mí me deprimiría totalmente no poder intentar que nuestra consulta dental no fuera excelente, estar en un ambiente de trabajo en que mis posibilidades se viesen bloqueadas y no pudieramos hacer la odontología que deseamos. Algunos dirán que mi porcentaje de ganancias es menor del habitual, pero es que eso me trae al pairo. Mi felicidad es más importante para mí y lo que me hace feliz también es mi condena, porque si bien el éxito es dulce si deseas algo mucho; cuando no lo logras totalmente puede ser amargo. Pero prefiero este leve amargor, al que me produciría no poder tener un ambiente de trabajo inspirador.



Finalmente quiero hacer un último apunte con respecto a la excelencia. Existe una regla: la regla de las 10.000 horas, que mi admirado Malcolm Gladwell nombraba en su libro "Fueras de serie" o "Outliers". Uno debe emplear al menos 10.000 horas de su vida en algo para ser realmente un maestro del área. 10.000 horas son unos 10 años de intensa dedicación, siendo consciente de lo que se hace. Y a veces requiere más, según de qué estemos hablando. Quizá en la odontología necesitemos algo más de tiempo, de atención y una mente más abierta en una profesión tan variada y compleja.

Esta es mi nota personal de este verano. Os deseo que el inicio del curso 2015-2016 sea excelente.

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